Este libro nos revela los distintos modos de ver que tienen las personas según la edad, el sexo, el estatus social y la época histórica.
En primer lugar afirma que nunca se ha establecido una relación entre lo que vemos y lo que sabemos, pero lo que sabemos afecta al modo en el que vemos las cosas. Toda imagen encarna el modo de ver que permite evocar un objeto sin la necesidad de que éste esté presente.
Ningún otro tipo de reliquia o texto del pasado puede ofrecer un testimonio tan directo del mundo como son las imágenes.
Sin embargo en la época renacentista los modos de ver eran distintos, por una parte encontramos el caso de la mistificación que consiste en justificar lo que de otro modo seria evidente, y un ejemplo de ello serian las obras de Frans Hals, un pintor que acabo siendo mendigo y que represento a los regentes de una manera en que los conflictos desaparecían. También encontramos el caso de la mujer que se consideraban un símbolo sexual y sus imágenes nunca se representaban como las de un hombre, ya que al plasmar su figura en una imagen dejaban de ser un ser humano para convertirse en un objeto.
Así vamos evolucionando nuestras formas de interpretar desde las creencias que se basaban en que el ojo era el centro del mundo visible, por lo que el mundo estaba ordenado en función del espectador hasta la era de la cámara cinematográfica. La invención de la cámara cambio el modo de ver de los hombres y esto se reflejo inmediatamente en la pintura, ya que empezaron a existir reproducciones de obras de arte, por lo que la unicidad desapareció.
El tema de las reproducciones es algo complicado, una reproducción puede cambiar el significado original de una pintura, por ejemplo. Ahora el valor de una obra y su significado depende de su valor en el mercado: su precio es un reflejo de su valor espiritual. Por otra parte también las reproducciones van acompañadas de textos y estas palabras cambian la imagen y confirman la autoridad verbal de las obras.
Actualmente y avanzando en la historia, somos la sociedad con más publicidad. Debido a ello día a día la captamos ya sea para recordarla u olvidarla.
La publicidad siempre es referida al pasado o al futuro. Además, nos hace ver una libertad de elección a la hora de consumir y muestra nuestras carencias, porque nos quedamos insatisfechos con lo que tenemos, al ofrecernos siempre algo que pensamos que mejorará nuestras vidas.
A diferencia, la pintura al oleo mostraba el presente, es decir, lo que ya se poseía.
Dentro de la publicidad se utiliza cada vez más la sexualidad para vender cualquier producto o servicio. Lo que el comprador quiere conseguir al ver las imágenes publicitarias es envidiar a los demás. Para ello, es imprescindible el dinero ya que es el que nos otorga la fascinación.
La publicidad intenta enmascarar la situación real del mundo en el que vivimos.
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