CUENTO
Érase una vez, James, un niño que vivía en el mundo sin arte. Era un
mundo muy triste, sin colores, apagado, sin sonrisas, sin diversión… como había
oído hablar de arte estaba muy interesado en conocerlo y decidió irse a
buscarlo. Así, preparó su mochila e inició su viaje:
Primero llegó al mundo de los sentidos, el niño se acercó a la tienda
de los aromas y le preguntó al dependiente:
-
¿Aquí vendéis arte?
El dependiente le dijo:
-
En nuestro mundo todo lo que nos provoca una
sensación es arte por lo que los 5 sentidos son necesarios para poder
percibirlo. Aquí el arte ni se compra ni se vende solo se disfruta.
Al no quedar convencido James siguió con su viaje y llegó al mundo del
pensamiento, donde se encontró con un grupo de amigos sentados en un parque
hablando sobre algo, James como era muy curioso se acercó a ellos y le preguntó:
-
¿Habláis de arte?
Piaget contestó:
-
Siii pero sshhhh ¡calla niño! ¡No interrumpas a los
mayores! Como te decía Lowenfel, para mí, el dibujo es exclusivo del ser humano
y por tanto todos pasamos por una serie de etapas.
Lowenfel afirmó:
-
Sí por
supuesto, estoy de acuerdo, la etapa del garabateo, el garabateo con nombre y
la preesquemática nos hacen ver la evolución que el niño tiene en sus dibujos
para representar la realidad.
A lo que Freeman contestó:
-
Pero no olvidéis también que el arte para que sea
arte debe ser libre y sin pautas prefijadas.
Mientras el niño se alejaba, Piaget le dijo:
-
¡Eh niño! ¿es que te vas ya?
James contestó:
-
Sí, ya he escuchado todo lo que necesitaba. Muchas
gracias, voy a seguir con mi viaje. ¡Hasta pronto!
El niño decidió que su próximo destino sería el mundo dulzón, ¡un
mundo lleno de magia e ilusión! Al llegar se acercó a una confitería y le preguntó
al confitero:
-
¿Aquí preparáis
arte?
El confitero le contestó:
-
Sí, tenemos una receta muy especial: ponemos en un
recipiente 450g de expresión, le añadimos un vasito de simbolización y lo
llenamos de abundantes cucharadas de creatividad.
El niño sorprendido cogió su libreta, lo apuntó corriendo para que no
se le olvidara y siguió su viaje hacia el mundo de las experiencias. Al llegar,
entró a un colegio donde estaban
haciendo un taller de manualidades y le preguntó a la seño:
-
¿Estáis jugando con el arte?
La seño le respondió:
-
Sí, es muy importante que sepas que la experiencia y
la manipulación nos ayudará a poder expresarnos libremente.
El niño un poco confuso decidió hacer una última visita y esta vez
tocaba el mundo de la diversión. Caminando, caminando se encontró un circo con un
gran cartel en el que se podía leer:
-
“El arte es una expresión libre así que a jugar”
Mientras leía el cartel apareció
un payaso y le preguntó:
-
¿Te apetece entrar a jugar?
El niño respondió:
-
Sí, pero estoy buscando el arte y quería saber si
aquí lo puedo encontrar.
El payaso le dijo:
-
El arte como bien pone en el cartel, es toda aquella
expresión libre y por ello en este mundo lo más importante es jugar.
Pero de repente, el niño se levantó sobresaltado de la cama y gritó:
- Mami mami, ven, ¡corree!
La madre se acercó al niño y le dijo:
-
¿Qué pasa cariño?
-
¡Mami ya lo he descubierto por fin! ¡ya sé lo que es
arte! El arte es todo aquello que nos hace sentir, pero cada uno lo vemos de
una manera por eso los mundos que he visitado me han mostrado cosas diferentes.
-
¿Los mundos? Venga cariño, sigue durmiendo que
todavía no ha salido el sol y mañana es un gran día.
La actividad que hicimos con los niños consistia primero en hacer un mural dirigido, a los niños les dijimos que pintaran un sol. Una vez que lo habian pintado les dijimos que pintaran lo que ellos quisieran, libremente. El resultado fue el siguiente:
Para finalizar con nuestra exposición hicimos la misma actividad con las compañeras, como podemos ver en las siguientes fotos:
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